sábado, 7 de agosto de 2010

Speedy...

Quería que todos mis relatos mostraran una enseñanza, alguna lección, pero hay veces en que la historia, el cuento, en sí mismo, en su simplicidad, es la mejor enseñanza. Contar por contar, para exorcizar la mente....

Una tarde, Luciana y cinco amigos; Mariela, Sandra, Guillo, Martita y Ceci, se encontraban reunidos. Mensualmente, se juntaban para cenar, beber, fumar y dialogar sobre los últimos acontecimientos de sus vidas, para ponerse al día. Se conocían desde hacía años y el grupo era heterogéneo y divertido; casadas, divorciadas, viudas y homosexuales. En la vida de una mujer siempre hay un amigo homosexual, ellos completan la totalidad de lo que somos y son la mejor compañía. Mismo gusto por el género masculino y a la vez, energía masculina. Todo en uno.

Esta pandilla de amigos, había ido y venido. Por cosas de la vida, no habían podido juntarse, los seis, por algún tiempo; por el trabajo, por enfermedad, maternidad, duelo. Por fin volvían a encontrarse, todos, después de varios años. Luciana había dejado al grupo durante el último año, estuvo trabajando fuera del país. De manera que, la reunión se celebraba en su honor y probablemente, la conversación giraría en torno a ella y sus últimas andanzas.  Contó sobre el país en el cual vivió y trabajó, contó sobre la gente, sobre los lugares que visitó y sobre los amoríos que tuvo.

En materia de amoríos Luciana tenía una enciclopedia de relatos. De modo que, al rato de estar conversando, Martita le preguntó sobre alguna experiencia significativa durante ese último año, algún cuento digno de ser relatado.  Comenzó a reírse y les dijo: "Pensé que no me iban a preguntar. Tengo la mejor historia sobre lo que no queremos en una relación, por lo menos a nuestra edad. Una situación que no podremos evitar hasta que nos la topemos de frente, pero ante la cual debemos salir corriendo, despavoridos si queremos, tan pronto la descubramos."

Así, sin más preámbulos, Luciana contó que había conocido a John, a los seis meses de estar en aquel distante país: "No había estado con nadie desde hacía tiempo, y menos con alguien de ese país y de repente, cuando menos lo esperaba, se me cruzó este tipo en el camino. De más está decirles que estaba loca por acostarme con alguien." Relató sobre cómo lo conoció y dónde, sobre los primeros encuentros, las primeras salidas a cenar y sobre la primera noche que estuvieron juntos. Ofreció detalles sobre lo que hicieron, dónde fueron y cómo llegaron a la cama; los besos, quitarse la ropa, besarse aún más, menos ropa, más intensidad. Luciana hablaba animádamente, relató todo el acto, con detalle y de pronto, cuando llegó a la parte pico, cuando el tipo la penetró, dijo secamente: "...Con expresión de vergüenza me miró y dijo, "Acabé". Me sorprendí, aunque lo esperaba, pues me había dicho que hacía mucho tiempo que no se acostaba con ninguna mujer. Bueno, y como trato de ser compasiva y pensé en su ansiedad, en su deseo por lucir bien, en los nervios de la primera vez y en que los hombres necesitan de una reacción física para que todo el "performance" pueda ejecutarse, pues permanecí en silencio y continuamos con la segunda parte del ritual. Hablamos, nos acariciamos y nos acostamos a dormir". Sus amigos la atendían con complicidad y algunos hacían comentarios entre ellos y reían.

Sandra comentó, que a las mujeres nos pasan cosas extrañas con los hombres, pues todos son iguales y a la vez distintos: "Así también son las mujeres" dijo Guillo, saliendo en defensa por su género sin que el verdadero relato se hubiese desarrollado completamente. Luciana añadió: " Tienen razón, por la vida hay de todo y en materia de hombres y de sexo, una gama de posibilidades; Altos, bajitos, grandes. chiquitos, flacos, gorditos, los buena cama, los regular, los malos, los bien malos, los que creen que meter mano es hacer una película porno, los que son egoístas, los que pierden la erección, los que nunca la tienen, ¡ah! y los que se vienen rápido..." Rieron a carcajadas ante su comentario."Confieso que esta experiencia que les estoy contando me tomó por sorpresa de principio a fin y que pequé por enferma y por inexperta en ese asunto".

Luciana contó que después de aquel primer "Acabé", siguió viendo a John, sin juzgar el primer encuentro pero buscando una segunda oportunidad para verlo manifestarse: "Decidí esperar por una próxima ocasión, no lo iba a descartar en la primera. Me gustaba, estaba bien bueno y pensé que eso le puede pasar a cualquiera la primera vez. Así que seguí viéndolo, nos la pasábamos bien juntos, conversábamos y salíamos con cierta frecuencia. Cada día junto a John era especial. Sin embargo, por experiencia también sabía que cuando una relación inicia y también empieza el sexo, cada encuentro y cada ocasión son la mejor excusa para estar juntos íntimamente, osea para chichar, aunque eso sólo pase al principio de la relación...pero con él no era así. El tipo siempre inventaba una excusa para no intimar. Por fin llegó una segunda ocasión, y ahí en medio del manoseo y la cosa, 3-2-1, cara de susto, vergüenza y..."Acabé". Luciana interrumpió su relato para mirar las caras de sus amigos y reír junto a ellos. Se dio un sorbo del trago y continuó: "Ahí pensé ¡Oh Shit!, nos jodimos...pensé en un sobrenombre pero me lo callé. "¿Qué sobrenombre?" dijo Martita. Luciana la ignoró y continuó su historia: "Reí en silencio, pero igual volví a ser compasiva y le dije que no se preocupara, que se quedara tranquilo que eso era normal. ¡Normal cojones!, ya me estaba preocupando", sonrió de medio lado, con su característica picardía.

Los amigos de Luciana querían salir a fumar pero estaba tan ofuscada en su cuento que decidieron esperar para escuchar, cómo continuaba la historia: "Al próximo día me metí en internet, hice una búsqueda por Google; "Premature Ejaculation", "fast ejaculation", "weak erection/premature ejaculation".  Busqué, busqué  y busqué, leí, indagué y en corto tiempo, ya sabía lo que necesitaba para ayudar al muchacho guapo con cara de ángel.  En el ciberespacio había de todo, desde medicamentos hasta tratamiento sicológico, ejercicios para hacer solo y para hacer en pareja. Me empapé del material e ideé la manera en que abordaría la situación..."

Detuvieron la conversación, salieron a fumar y allí Guillo le dijo: "Nena dale, que ese cuento está bien bueno". Luciana, conversaba elocuentemente, cigarrillo y trago en mano: "Bueno, hubo un próximo encuentro con el John y después del ya conocido, "Acabé" nos quedamos en la cama bromeando y conversando. Hasta que por fin le comenté que entre las posibles causa de que él tuviera eyaculación precoz estaba, los malos hábitos de masturbación. El pobre me miraba con atención y vergüenza y yo, como una maestra dando un discurso, explicándole, como si fuera una experta en la materia...y añadí, entonces, como los adolescentes se esconden para masturbarse, pues se acostumbran a eyacular con prisa, por temor a que los cojan y esto lo que causa, en ocasiones, es que ya como adultos sufran del mismo tipo de ansiedad y eyaculen prematuramente. Me sentía orgullosa de la manera tan desapegada y técnica en que había explicado su problema. Le hablé sin cagarme de la risa, porque confieso que me daba risa y pena a la vez, ya me conocen...El tipo como que se molestó y me dijo: "¿Te metiste a buscar?" y yo hasta orgullosa le dije: "¡Claro!". Y pues, qué les digo, ahí comenzó el principio del fin". Todos hablaban a la vez y Guillo comentó: "¿Y qué esperabas? Le tocaste la parte más sensible de un hombre, su virilidad y sexualidad. Nena, por eso los hombres se quieren morir, eso es bien delicado. A lo mejor tu intención no era ofenderlo pero lo hiciste. Pusiste en duda su capacidad para satisfacerte". Luciana y las demás chicas se miraron entre ellas empezaron a reírse y Luciana añadió: "pues te confieso que la seguí cagando hasta el final". Entraron volvieron a sentarse pidieron otra ronda de tragos y continuó su monólogo.

"Casi nunca decía que no, pero evitaba ir a mi casa o que yo fuera a la de él. Nos veíamosa casi a diario pero para hacer cosas y yo acá, loca por tirármelo todo el tiempo. No entendía lo que pasaba, era cariñoso, sexy, me seducía allá afuera, me enviaba mensajes, era todo un primor. Pero la dosis de sexo me tocaba una o dos veces en el fin de semana. Así que lo interceptaba en las mañanas, me bañaba, me le metía en la cama, lo tocaba, le daba "break" para que fuera al baño, hiciera pipi y se cepillara los dientes y me lo cogia tempranito, no se me fuera a arrepentir durante el día. Ahí duraba un poquito más. Pobre, a lo mejor se sentía violado y yo ahí, fajá..." Las risas no paraban, lo animado del relato y la minuciosidad en detalle no dejaba que la desatendieran, ni siquiera contestaban las llamadas que recibían a sus móviles. Mariela pidió permiso para ir al baño, como si estuviera en la escuela: "Tengo que ir al baño, detén el cuento que no me quiero perder ni un detalle, ¡please!" Cambiaron el tema momentáneamente y al volver, Mariela dijo: "Soy toda oídos, síguelo".

"Ya estaba medio resignada con la cosa y notaba que conforme pasaba el tiempo, a él le daba ansiedad estar a solas conmigo, aunque siempre era cariñoso. Nos quedábamos juntos, pero él como que nunca sabía si quería irse en la noche o temprano en la mañana,. La disyuntiva era perpetua y confieso que me jodía un poco pero quería ser compasiva y me callaba.  Siempre tenía algo que hacer del trabajo, o tenía una reunión. Preocupado, siempre preocupado. Sin embargo, cuando salíamos teníamos las mejores conversaciones. Me deslumbraba su inteligencia y capacidad de análisis, era brillante.  Un día, mientras conversábamos sobre sexo, ¡para variar!. Tema obligado cuando no te chichan suficiente, John me comentó que a él le gustaba más, hacerme sexo oral que cogerme" Todos comenzaron a reír y alguien dijo:"¡Qué embustero!", otro dijo: "¡Yeah, right!" y cuando disminuyó la algarabía, Luciana añadió: "Yo no podía creer lo que me estaba diciendo. A ningún hombre, ni a ninguna mujer le gusta mamar más que chichar, ojalá eso fuera así... ¡eso es mentrira!". Martita añadió: "Hasta yo sé eso y no tengo calle... Está bien, confieso que tengo algo de calle, pero es que me casé con Carlos bien joven. Nada, el punto es que no le creíste y nosotros tampoco, ¿Cierto?", y todos al unísono contestaron: "Cierto" Luciana continuó: "Pensé que el tipo era raro y embustero, me dije, ¿será gay?, ¿será que no le gusto lo suficiente?, ¿será que tiene otra mujer?..." Guillo la interrumpió y le dijo: "¿Y qué le dijiste?" Luciana rió y añadió: "Después de pensar un poco, contesté alguna tontería, para salir del paso, e ignoré el comentario. En ese momento, para mí lo más importante era no olvidar el comentario, pues quería que formara parte de la historia que contaría... Lo acepto, soy morbosa".

Las mesas contiguas observaban con cierta curiosidad la mesa en la que se encontraba Luciana con sus amigos, nadie se divertía tanto, aquella noche, en aquel lugar. Ordenaron la cena, pidieron otra ronda de tragos y Luciana siguió hablando: "En materia sexual la cosa no progresaba, lo que obstaculizaba un poco el desarrollo en otras áreas. De manera contradictoria mientrasa menos me cogía, más quería cogérmelo yo. El respondía sin quejarse, pero no veía en él la pasión y la lujuria que tanto me excitan. Como veía el desinterés del tipo para bregar con el problema, ¡porque ya era un problema, un gran problema!, decidí entonces encargarme de la situación e intentar salvarlo de aquel anormal suplicio. Llamé a Guillo y me recomendó que le hiciera sexo oral primero, para relajarlo. Mira y yo entregá...aunque realmente era muy fácil pues en un dos por tres, en un chasquido, se acababa el primer "round". Yo me imaginaba al tipo diciéndome, "Acabé", como si yo no hubiese estado lo suficientemente cerca para notarlo". Las miradas, los gestos, las mímicas de todos, imitando la cara de Luciana, la de John, la risa desenfrenada, como si fueran adolescentes, hacían de la velada todo un espectáculo digno de observar. Ceci, que había guardado silencio durante casi todo el tiempo, dijo: "¿Y entonces?". "Entonces veía su carita desencajada de placer. Nada, esperábamos un ratito y la segunda ronda, porque siempre había segunda ronda, lo reconozco y ahí duraba un poco más. Todo el acto, seguido de mi "coaching"...que si suave, que si para, que despacio, que no te muevas y de repente, ¡zas!... "Acabé". Ahí iba yo, en otro acto de compasión; no te preocupes, me encantó, mientras pensaba; ¡Qué mierdaaaaaaaaa, qué flojo es este tipo!"

Terminaron de comer, salieron a fumar y Guillo comentó: "Nena este cuento está tan bueno que nadie más ha dicho nada, todos queremos saber qué más pasó con el chico, y Luciana le dijo: "A partir de ese día comencé a llamarlo Speedy, Speedy Gonzáles". Todos rieron y Guillo, ya impaciente le preguntó: "Nena dime, ¿cuánto duraba, diez, quince minutos?" y  Luciana lo miró y le dijo: "Si hubiese durado diez minutos no lo estaría contando", a lo que Guillo añadió: "¿Entonces cuánto? y Luciana lo miró y le dijo en voz baja, con cara de duda: "tres minutos...o menos". Ahí se escuchó el silencio y la música de fondo, como en las novelas mejicanas...¡TAN, TAN, TANNNNN! Guillo se tapó la boca como si estuviera horrorizado, miró a las demás chicas y dijo: "No te creo" Rieron descontroladamente otra vez. Guillo volvió a interrumpir y comenzó una explicación masculina sobre la eyaculación, le preguntó a Luciana sobre si había intentado algunas otras técnicas para retrasar la eyaculación y ella confesó haberlas tratado todas: "TO-DAS...era perfecto hasta que llegaba la hora de meter mano, ahí el tipo como que se preocupaba y finalmente me lo hacía pero no había fuegos artificiales ni nada" Guillo le preguntó: "¿Pero te hacía venir? y Luciana le dijo: "Se esforzaba y hacía su trabajo, la cosa se jodía cuando me penetraba. Tan pronto me pentraba y sentía el calientito..." y todos al unísono dijeron entre risas: "Acabé", "Sí, y era horrible", rió Luciana.

Contó que en otra ocasión, mientras ella le hacía sexo oral, lo observó, dijo que tenía los ojos cerrados, que estaba balbuseando algo. Añadió que sintió curiosidad por lo que estaría diciendo y le preguntó sutilmente, provocativa, mientras aún sostenía su pene entre las manos: "¿Qué dices? y él me dijo, nada y aunque insisti y volvió a decirme, nada, yo seguí haciendo mi trabajo y pensé en lo tímido que era, pensé que se avergonzaba de hablar y decir sus fantasías, parecía tan inexperto. Ni siquiera me miraba, pues si le pedía que me mirara, ¡zas!.." y otra vez. todos al unísono dijeron: "Acabé" Las carcajadas retumbaron en el lugar donde se desarrollaba la tertulia. "Ahi no termina la cosa, varios días después, mientras conversábamos y otra vez hablábamos de sexo y él me contaba cosas sobre su intimidad con otras mujeres, me dijo, ¿quieres saber lo que decía el otro día cuando me preguntaste? Y yo que estaba súper curiosa, prendí los radares para escuchar lo que tenía que decir Speedy. Pensé que por fin me iba a confesar sus fantasías". Guillo no dudó en interrumpirla y riendo le dijo: "Y el tipo te confesó su fantasía más íntima; Me imagino a un tipo fuertote mamándomelo y tocándome por detrás". Todos volvieron a reir y Luciana continuó: "Y el tipo dice, lo que yo hacía mientras balbuseaba era contar y pues, me quedé en una pieza y le dije, ¿Contar?". En ese momento del relato todos sus amigos sonreían, la miraban y atendían con impresionante silencio. Luciana siguió el cuento: "Sí, contar, 8+8=16, 16+16=32, 32+32=64, 64+64=128 y así sucesivamente, lo difícil es cuando llego a 4,096, ahí se va complicando la cosa..." Nadie en la mesa podía creer lo que Luciana relataba y ella confesó que, cuando lo escuchó, tampoco lo creyó y menos supo qué decir. No se sentía halagada ni mucho menos. Sandra, que sólo había reído durante el relato preguntó: "¿Y qué le dijiste?" a lo que Luciana contestó: "¡Pues nada!, me quedé muda, creo que entre dientes le dije, ¡Ah! veo..."

En este momento de la historia Luciana confesó que creía que Speedy tenía algún trauma sicológico y que su problema sexual era grave. "Mientras más trataba de ayudarlo, más la cagaba. La cara del tipo cuando nos encontrábamos solos, era casi de terror. Me lo imaginaba corriendo despavorido, con los brazos arriba, como en los muñequitos, escapando de mí. El pobre se preocupaba tanto que se rascaba la cabeza y hasta sangre se sacaba. ¡Bendito!" Guillo volvió a interrumpir y le dijo: "¿Y cómo acabó la cosa?" Luciana rió mucho antes de hablar y dijo: "Pues de pronto un día, Speedy se convirtió en David Cooperfield y en un acto de ilusionismo desapareció sin decir nada..." Rieron al unísono por su ocurrencia, comentaron algunas otras cosas y continuaron la divertida velada. Ahora le tocaba a Guillo contar su historia...

Mara

3 comentarios:

  1. Lo de contar y sumar números potencias de 2... 16+16 = 32, etc. me hizo pensar que este tipo tiene algún tipo "leve" de autismo, quizás Asperger's Syndrome. Y de ahí le provienen ciertas torpezas sociales como el "Acabé" (¿exactamente que palabras usaba en Inglés?) y su falta de experiencia.

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  2. En un relato de este tipo, se entremezclan lo verdadero y la ficción.Revelar detalles, destruyen la magia del relato en sí mismo...

    Lola

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